Este 8 de diciembre se dio a conocer la lamentable pérdida de la conductora, actriz y política argentina Lidia Satragno, mejor conocida en la televisión como Pinky, tenía 87 años de edad y hasta el momento la familia se reserva las causas de su fallecimiento, aunque a través de un comunicado informaron al público lo sucedido.
“Hoy jueves 8 de diciembre, a sus 87 años, nuestra querida Pinky falleció por la mañana, acompañada por su hijo Gastón, en la tranquilidad de su casa de Palermo, la de toda la vida. Lo hizo después de pasar una noche en paz, sabiéndose respetada y amada”, se puede leer en el comunicado.
“(Agradecemos) el enorme cariño que en estos momentos le vienen dedicando a través de todos los medios y apreciamos que sepan respetar nuestro dolor. Durante décadas sus seguidores le atribuyeron el apodo de ‘el ángel de la televisión argentina’. Hoy lo es”, dice el documento que circula en redes sociales.
Lidia Satragno nació el 11 de noviembre de 1935 e hizo su gran debut para la televisión en 1956 tras haber incursionado en el modelaje. Se ganó su sobrenombre de Pinky gracias a su colega Trudy Tinky Tomis, quien se lo atribuyó por su rosado color de piel. En 1964 se casó con Raul Lavié, con quien tuvo a sus dos hijos Gastón y Leonardo, pero antes tuvo un fugaz pero intenso romance con Paul Newman.
El romance entre Pinky y Newman, su “ángel salvador”
Las celebridades se conocieron en el Festival de Cine de Mar del Plata cuando el astro de Hollywood visitó Argentina, ella tenía 27 y el ya pasaba los 37, por causalidades de la vida él se sentó junto a ella en una gran mesa y ahí comenzaron a platicar sobre el cine, la política y la vida, aunque ella dominaba el inglés, pidió ayuda de un traductor.
Las salidas siguieron hasta que un coche trató de atropellarlos, en una reacción rápida, Paul la tomó de las muñecas y dejó al descubierto que la estrella argentina había tratado de suicidarse unas semanas antes, por lo que el protagonista de La leyenda del indomable le dio un consejo, el cual ella dice que le ayudó a salvar su vida.
Paul le dijo que eso que ella sentía y no podía controlar era la sensación extraña que se siente al pasar del aplauso, el halago y el reconocimiento a la más profunda soledad. A ese hueco en el alma que nos hace sentir más en carne viva que vivos lo llamó “el salto al vacío”, según pudo recopilar Infobae.
Pese a que él le pasó todos sus números telefónicos en Estados Unidos jamás se volvieron a hablar y ella no hizo por buscarlo, aunque confesó que el histrión de vez en cuando le dejaba algunos recados con una amiga en común. Paul falleció en 2008.