El ascenso al trono
Lady Jane Grey, una joven de apenas 17 años, fue catapultada al trono de Inglaterra tras la muerte del rey Eduardo VI. A pesar de ser tercera en la línea de sucesión, Eduardo la nombró su sucesora en un intento de evitar que su hermana mayor, María, ascendiera al trono.
Un reinado breve y turbulento
Jane fue proclamada reina con éxito, pero su reinado fue efímero. Atrapada en una maraña de reglas complicadas y rebeliones de sus oponentes, su intento de asumir como reina de Inglaterra colapsó oficialmente después de solo nueve días.
La Intriga de la corte
Desde su infancia, Jane fue objeto de intrigas de la corte. Criada en el hogar de Thomas Seymour, tío del rey Eduardo VI, se convirtió en una pieza clave en sus planes para mejorar su posición en la corte real. Seymour planeaba casar a Jane con el rey, lo que la acercaría aún más a la corona.
El final de un sueño
La muerte de Eduardo VI desencadenó una serie de eventos que llevaron a Jane al trono. Sin embargo, su reinado fue efímero y terminó con su encarcelamiento en la Torre de Londres. Aquel que debía ser su palacio se convirtió en la prisión desde la que sería enviada a su muerte.
Un trágico destino
Jane y su esposo, Guildford, fueron juzgados por alta traición en noviembre de 1553 y encontrados culpables. Ambos fueron condenados a muerte. El 12 de febrero de 1554, Jane fue llevada a Tower Hill y decapitada. Sus últimas palabras fueron: “¡Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu!”
Un recuerdo perdido en la historia
Jane y Guildford están enterrados en la Capilla de San Pedro ad Vincula, en el lado norte de Tower Green, sin que nunca se haya erigido una lápida conmemorativa en su tumba. La historia de Lady Jane Grey, la reina de Inglaterra que reinó durante solo nueve días, sigue siendo una de las más trágicas y fascinantes de la historia real británica.