Akaiah: El Guardaespaldas Celestial
Akaiah, ocupando el séptimo lugar en la jerarquía de los 72 ángeles de la Kabbalah, es conocido como el guardaespaldas celestial. Pertenece al coro de los Serafines, los ángeles más cercanos a Dios, famosos por su ardiente amor y luz.
Akaiah en la Literatura Especializada
Akaiah ha sido mencionado en textos sagrados y esotéricos, como “La Clavícula de Salomón” y “El Libro de los Ángeles”. Su historia es una de protección y fortaleza, siendo un escudo para aquellos en necesidad.
Las Bondades de Akaiah
Akaiah es el ángel de la protección y la fortaleza. Se le asocia con la capacidad de brindar seguridad y resistencia frente a las adversidades y los desafíos de la vida.
La Protección de Akaiah
Como un verdadero guardaespaldas celestial, Akaiah ofrece protección contra las adversidades y los desafíos de la vida. Su presencia puede fortalecer el espíritu y brindar la resistencia necesaria para superar cualquier obstáculo.
Akaiah y los Astros
Akaiah está regido por el planeta Mercurio y su signo es Aries. Su color es el verde y gris, simbolizando la vida y la renovación, y su metal es el mercurio. La aguamarina (cuyo nombre se debe a que su color y figuras que se forman en las vetas de las puedras recuerdan el agua de mar) es su piedra, reflejando la belleza y la abundancia de la naturaleza.
Regencia de Akaiah
Akaiah rige los días 26 de marzo, 7 de junio, 19 de agosto, 31 de octubre y 12 de enero. Su horario de regencia es de 2:20 a 2:40 de la tarde, siendo este el mejor momento para invocarlo.
Invocación a Akaiah
En el silencio de mi ser, llamo a Akaiah, ángel de la protección y la fortaleza. Como el escudo que resguarda al guerrero, tu protección me envuelve, tu fortaleza me sostiene. En la vastedad de tu sabiduría, encuentro seguridad, encuentro resistencia. Akaiah, guardaespaldas celestial, en ti confío, a ti me entrego. Que tu protección me envuelva, que tu fortaleza me guíe. En la quietud de este momento, siento tu presencia, siento tu aliento. Akaiah, ángel de la protección, en tu fortaleza encuentro mi refugio.