Como si se tratara de la mejor serie televisiva, una leyenda terrorífica es la que pareciera guardar el palacio de Kensington, la actual residencia de los príncipes de Gales y sus tres hijos: los príncipes George, Charlotte y Louis.
Investigadores históricos han advertido a la Familia Real que la mansión que cobija a los príncipes de Gales oculta una historia llena de dolor y tragedia humana, que es importante comprobar, porque por allí han transitado numerosas figuras de la realeza, y sin ir más lejos, también vivieron Diana y Carlos cuando criaron a William y Harry.
Ha sido tal el impacto que la propia realeza ha acogido que la investigación se lleve a cabo. Es imporante saber si el palacio de Kensignton estuvo ligado como un centro de tráfico de esclavos, si fue el lugar desde donde se negoció un voluminoso comercio de trata de personas procedentes de África y se incluso algunos llegaron a servir en la mansión de la monarquía británica.
Hasta ahora se ha podido averiguar con certeza que el palacio de Kensignton recibió miles de acciones de parte de Edward Colston, traficante de esclavos y vicepresidente de la Royal African Company. En aquel entonces, la mansión era el lugar de residencia del monarca Guillermo III.
La investigación sobre la participación del palacio de Kensington se da en el contexto de un trabajo de doctorado de la historiadora Camilla de Koning, quien busca precisar qué tan involucrado estaban la monarquía y el imperio británico con el comercio de esclavos.
El propio rey Carlos III comprometió el acceso a la historiadora a la Colección Real y los Archivos Reales para ver si es cierto que el palacio de Kensington se convirtió en el centro de operaciones de la traída de esclavos, aunque según los conocedores de la mansión en ningún rincón del lugar donde viven hoy los príncipes de Gales hay referencia histórica al supuesto vínculo con la esclavitud.
Hasta ahora, solo un documento que data de 1689 liga a Guillermo III con la Royal African Company, institución que sí está comprobado capturó, esclavizó y transportó a miles de africanos, supuestamente con la autorizaciuón y beneplácito de la monarquía.
Las acciones que recibió Guillermo III habrían servido para adquirir el sitió donde se edificó el palacio de Kensignton, donde posteriormente la reina Ana dio el visto bueno para que el Reino Unido ampliara su participación en el comercio de esclavos, vendiéndolos a las colonias de España.
Según antecedentes históricos, la Royal African Company operó durante seis décadas y acarreó casi 190 mil esclavos, de los cuales 24 mil eran niños, a América.
En 2020, con motivo de las portestas de Black Lives Matters, la estatua de Edward Colston fue derribada, y los responsables de hacerlo no recibieron ninguna sanción de la justicia, que los exculpó.
En 2022, en Ruanda, el propio Carlos III se refirió ante los jefes de Gobierno de la Commonwealth al tema de la participación de la monarquía en la esclavitud: "No puedo describir la profundidad de mi dolor personal por el sufrimiento de tantos, mientras continúo profundizando mi propia comprensión del impacto duradero de la esclavitud", dijo en la oportunidad el actual monarca.