Mientras la reina Isabel II estuvo viva, ningún miembro de la realeza osó a tocar a Angela Kelly (65). Muerta la reina, la asistente más cercana que tuvo la dignataria británica ha sido despojada, humillada y marginada del entorno monárquico.
Quien fuera la confidente de Isabel II y una de sus asesoras de vestuario más relevantes durante dos décadas, fue conminada por los funcionarios de Buckingham a abandonar la pequeña casa que la reina le había cedido para que viviera hasta que muriera. La construcción era más bien modesta, pero estaba muy cerca del castillo de Windsor, y en su momento fuentes cercanas aseguraron que el deseo de la reina era que Angela permaneciera allí hasta cuando quisiera.
Pero el rey Carlos III no quiso y mandó a que la desocupara de inmediato, debiéndose ir a su casa en Berkshire, a 200 km de Windsor. No solo eso, también le fue desconectado el teléfono móvil que tenía y con el que se contactaba con Isabel II, cada vez que ella la llamaba.
Angela, en todo caso, no se ha manifestado contra quien la ha sacado de su hogar ni ha contravenido los deseos de su querida amiga, la reina. Sus últimos comentarios, en sus redes sociales, han tenido cierto sarcasmo, eso sí. "¡Soy demasiado vieja para preocuparme por a quién le gusto y a quién no le gusto! ¡Tengo cosas mas importantes que hacer! Si me amas, ¡te amo! Si me apoyas, ¡yo te apoyo! Si me odias, ¡no me importa!".
La asistente de Isabel II, quien describió el funeral de Isabel II como "el día en que me despedí de mi mejor amiga", se hizo imprescindible en la cotidianeidad de la madre del rey Carlos III cuando las señales de su vejez comenzaron a ser notorias, y ya, por ejemplo, requirió de ayuda para vestirse o desplazarse.
Carlos III expulsa a mano derecha de Isabel II
Kelly fue una de las pocas personas que estuvo cerca de la reina cuando falleció el 8 de septiembre en su casa de Balmoral, Escocia, y su salida de la casa en la que vivió décadas causó sorpresa entre sus amistades, considerando que el propio rey Carlos III la reconoció en una entrega de premios en memoria de Isabel II. Aunque los conocedores de la lógica real, ya se dieron cuenta que el futuro de Angela estaba marcado cuando en lugar de ser nombrada Dama Comandante, solo se le concedió el título de Comendante de la Real Orden Victoriana.
Su término de misión y la jubilación definieron su destino. Carlos III es implacable en la lógica de las regalías y su predicamento es que quienes ya no trabajan en la monarquía, deben ser despojados de los privilegios que aquello significa. Angela Kelly estaba en esa lista, y ni el deseo póstumo de la reina Isabel II fue más poderoso.
Ahora solo resta esperar que Angela Kelly ocupe el último as que tiene bajo la manga. Durante sus servicios, la reina isabel II le autorizó a que publicara libros sobre su rol al lado de ella. "Dressing The Queen" (Vistiendo a la Reina) y "The Other Side Of The Coin: The Queen, The Dresser And The Wardrobe" (La otra cara de la moneda: la Reina, el Vestidor y el Ropero), fueron las dos publicaciones que ha escrito, y que a Carlos III no le gustaron porque consideró que divulgaban información íntima de su madre.
Pero el contrato que la realeza visó establece la publicación de tres libros. Falta, entonces, el tercero, que sin duda puede ser el más sabroso de todos.