Los súbditos de la realeza amaban a la princesa Diana de Gales porque abrazaba a todo el mundo. Y quieren mucho al príncipe Eduardo, quien ni siquiera les da la mano. Pero lo respetan por la razón que entrega para no hacerlo. Eduardo fue nombrado como el nuevo duque de Edimburgo y recibió el título de manos de su hermano, el rey Carlos III, para cumplir con el expreso deseo de la Reina Isabel II y del príncipe Felipe.
El ex conde de Wessex, de 59 años, recibió la distinción el día de su cumpleaños. Su esposa Sophie pasará a ser la duquesa de Edimburgo y su hijo James, de 15 años, será el nuevo conde de Wessex.
En su primera visita a Escocia con el título oficial, el príncipe Eduardo saludó a la multitud, pero no estrechó la mano con los integrantes de la concurrencia.
En septiembre pasado, para el funeral de la Reina Isabel II, Eduardo se topó con los simpatizantes afuera del Palacio de Buckingham. Aquella vez se disculpó por no estrechar las manos del público. Le dijo a uno de los incondicionales seguidores que estaba tratando de no estrechar la mano para conocer a más personas y asegurarse de no quedarse atrás mientras intentaba hablar con la mayor cantidad posible de personas.
Les preguntaba a los súbditos desde dónde habían viajado y saludó cortésmente mientras pasaba junto a los deudos. Cuando por fin estrechó la mano de uno, le dijo: "He estado tratando de evitarlo. Si lo hago una vez, entonces todos van a querer que lo haga".
El príncipe Felipe fue el último duque de Edimburgo, desde 1947. Su esposa fue la duquesa de Edimburgo antes de convertirse en la Reina Isabel II.