El rey Carlos III (74) fue el primer niño de la realeza británica en no ser educado en su casa por tutores a pedido de su padre el príncipe Felipe de Edimburgo. El esposo de la reina Isabel II estudió en Gordonstoun, una escuela privada en la costa norte de Escocia, por lo que quería que su hijo siguiera su ejemplo.
Con solo 13 años, en mayo de 1962 el entonces príncipe Carlos viajó junto a sus padres para comenzar sus estudios en el internado. Para el príncipe Felipe sus maneras estrictas de enseñar eran ideales para moldear la personalidad del heredero al trono, y convertir al joven sensible e interesado por la literatura en el futuro rey de Inglaterra.
En base a retos físicos, la escuela Gordonstoun buscaba endurecer el carácter de sus alumnos, obligándolos a vestir pantalón corto todo el año, tener las ventanas abiertas en los meses fríos de invierno, correr todas las mañanas antes del desayuno y posteriormente bañarse con agua helada.
El paso del rey Carlos III por Gordonstoun
El hijo mayor de la reina Isabel II no lo pasó bien durante el internado, principalmente por el trato duro que recibía. Uno de sus compañeros de escuela, el novelista William Boyd, aseguró que el actual monarca “detestó” su estancia en Gordonstoun y en más de una ocasión le pidió a su madre volver a Inglaterra.
Si bien Carlos se ha encargado de reivindicar la reputación de su escuela asegurando que sus aprendizajes le sirvieron, es innegable que estuvo sometido a un estricto régimen durante los años que estuvo en el internado.
En un discurso en la Cámara de los Lores en 1975, ocho años después de haber dejado Gordonstoun aseguró que su educación fue dura solo “en el sentido de que demandaba más de ti como individuo que otras escuelas, tanto en lo mental como en lo físico”. “Me enseñó a aceptar retos y tomar la iniciativa, de qué otro modo creen que sería lo suficientemente valiente como para estar ante sus señorías ahora”, comentó en aquella oportunidad.
El escritor Jonathan Dimbleby, autor autorizado por el rey para hacer su biografía narra que en una oportunidad Carlos III escribió una carta a su casa en la que se leía: “La gente de mi dormitorio es asquerosa. Me tiran zapatillas toda la noche o me golpean con las almohadas... Todavía me gustaría volver a casa”, cuenta Dimbleby.