A comienzos de marzo de 1988, el rey Carlos III (74) y su esposa de ese entonces, la princesa Diana, pusieron una pausa en sus actividades oficiales para tomarse unas vacaciones. En compañía de los duques de York, Sarah Ferguson (63) y el príncipe Andrés (62), los entonces príncipes de Gales emprendieron rumbo a los Alpes suizos.
Por aquel entonces el actual monarca del Reino Unido tenía 39 años cuando se hospedaron en un lujoso resort. El hijo mayor de la reina Isabel II disfrutó de un momento de esquí en Klosters junto a algunos miembros de su equipo de seguridad, pero sus planes se vieron interrumpidos por un evento que casi termina con la vida del real.
A eso de las 14.30 de aquel 10 de marzo, una gran masa de nieve generó una avalancha que terminó con la vida del comandante Hugh Lindsay, de 34 años, quien fue amigo personal de los príncipes de Gales y prestó sus servicios a la reina Isabel II durante años. La amiga de la realeza Patricia Parker-Tomlinson también resultó con heridas graves en sus piernas, mientras que el monarca salió ileso.
El rey Carlos III lamentó la muerte de su amigo
Si bien Carlos III no sufrió complicaciones de salud producto de la avalancha, se mostró muy afectado por la lamentable muerte de su amigo. Algunas fuentes aseguraron que mientras se realizaban las tareas de rescate, el entonces príncipe de Gales lloró y pidió que se le informara a la reina Isabel II lo ocurrido.
Mientras tanto, en ese momento Lady Di y la duquesa de York, quien estaba embarazada de 14 semanas de la princesa Beatriz, estaban cómodamente descansando en un chalet a 15 minutos del lugar. 34 años más tarde, en 2022, el rey Carlos III regresó a la misma estación de esquí donde casi pierde la vida, en compañía de la princesa Ana.