Ningún movimiento que se haga de aquí a adelante es gratuito. Cada pieza de la estantería real forma parte de una delicada estrategia orientada a ganar un combate que se asoma feroz y prolongado, igual como el invierno en el Reino Unido.
Kate y William se han convencido que para ir a la guerra que desataron el príncipe Harry y su esposa Meghan, el apoyo popular es indispensable. Los Sussex han dejado en jaque a la realeza, y es necesario que los herederos del trono sean quienes lleven el liderazgo de la tropa.
Y esa ascendencia se ha visto reflejada en su primera salida juntos, cuyo destino fue el Hospital de la Universidad de Liverpool. Fue allí que la pareja real desplegó rápidamente una de las armas más potentes del arsenal: el contacto directo y tangible con la gente, con los mismos que los vitorearon y aplaudieron apenas pisaron las dependencias del nosocomio.
La manifestación más palpable del nuevo plan tuvo que ver con el recurso de la imagen, pero esta vez el que vincula directamente: las selfies. Kate y William se han tomado, como nunca antes, numerosas selfies con sus admiradores, quienes al ver que los príncipes estaban accediendo, siempre sonrientes y solícitos, a las peticiones, se lanzaron en masa a posar con ellos para unas imágenes que perdurarán en el tiempo.
Cada selfie estuvo acompañada de una sonrisa y un comentario positivo y de agradecimiento hacia el personal médico que se ha brindado por cumplir sus obligaciones más allá de lo habitual, ante algunas contingencias climáticas que ha debido enfrentar Gran Bretaña.
Príncipes y selfies, parte del plan
Si bien alguna vez William expresó, medio en broma medio en serio, que era "alérgico a las selfies", su perspectiva ha ido cambiando. Es una buena manera de reemplazar a los autógrafos, donde sí había ciertas restricciones protocolares, pero ahora se ha convertido en parte de un plan maestro para aproximarse a la gente.
Conocida es, además, la opinión crítica que tiene Harry sobre las selfies, lo que también sirve para diferenciarse. "Son malas", dijo el duque de Sussex a una joven que quiso tomarse una con él en Australia, accediendo solo a tomarse una típica fotografía posando a su lado.
William. en cambio, tiene varios antecedentes positivos de "selfies" a su haber. La más recordada fue una vez que se detuvo frente a una pequeña niña, en la mitad de una actividad en Irlanda, para acceder a su petición y tomarse la autoimagen con ella.
Ni hablar de Kate, que además de se extraordinariamente fotogénica, no tiene que demostrar artificialmente su cercanía con la gente. A ella las selfies le fluyen con naturalidad, y es sin diuda el bastión ideológico de esta parte del plan maestro para combatir la agresiva campaña de Harry y su libro "Spare".
Las fuerzas están desplegadas. Mientras Harrry y Meghan se reparten por los medios de comunicación y en una campaña promocional del libro "Spare", que se ha convertido en un éxito de ventas, William y Kate han optado por regalar sonrisas para la posteridad y abrazar los sentimientos de la gente en carne propia.