Cuando formaba parte de la realeza, Meghan Markle usó ropa y joyas para enviar mensajes y promover causas que le apasionaban. En giras reales, a menudo usaba artículos de negocios locales para promocionar el trabajo, sin embargo, uno de sus artículos sentimentales provocó una disputa con los asesores reales.
La duquesa de Sussex recibió una llamada telefónica incómoda que, según dijo a sus amigos, la dejó sintiéndose mal.
Desde la realeza le dijeron que no era recomendable que usara una cadena de oro de 14 kilates de Maya Brenne, que presentaba amuletos M y H y costaba 300 dólares. La joya había sido un regalo del Príncipe Harry cuando empezaban a comprometerse.
En la biografía "Finding Freedom", los autores Omid Scobie y Carolyn Durand afirman que un asistente le aconsejó a Meghan que no usara este tipo de joyas, porque "alentaría a la prensa".
"Le aconsejaron que usar un collar de este tipo solo serviría para alentar a los fotógrafos a seguir buscando esas imágenes y nuevos titulares", dice. Y explica que Meghan se molestó con la llamada.
"Después de colgar, se sintió frustrada. Si bien sabía que el asistente tenía buenas intenciones, la experiencia surrealista de que alguien de la oficina de su novio le dijera qué tipo de joyas debía usar o no para sonreírle a un fotógrafo fue demasiado".
Según los informes, Meghan discutió el incidente con un amigo y dijo: "No puedo ganar. Hacen como que yo tengo la culpa de estas fotos, que parece que los estoy alentando. No sé qué decir".