El rey Carlos III hizo cambios de última hora en el cortejo fúnebre de la Reina Isabel II, lo que permitió que las multitudes lo vieran mejor aunque, la verdadera razón de la inesperada medida no fue precisamente esa.
Según informa "The Mail on Sunday", los planes establecidos por el Palacio de Buckingham desde hace mucho tiempo, y anunciados públicamente cuatro días antes del funeral de Estado, establecían que los caballos se montarían detrás del ataúd de la Reina mientras fuera trasladado hacia Wellington Arch después del funeral.
El rey Carlos III y sus tres hermanos debían seguir el cortejo a pie detrás de los caballos. Pero, por orden del rey, los caballos fueron enviados detrás de la comitiva real y algunos de los animales quedaron más atrás en la procesión.
Una fuente le dijo al tabloide que "en los días previos al funeral, Carlos sintió que no lo verían bien y que debería estar a caballo o, si estaba caminando, entonces los caballos deberían retroceder".
Lo que la misma fuente cree que fue determinante a la hora del cambio de planes fue lo indigno que habría resultado que el nuevo monarca caminara eludiendo el estiércol de los equinos.
"También estaba la cuestión de '¿terminaría el nuevo rey teniendo que dejar de lado la porquería de los caballos? Obviamente no era apropiado", explicó la fuente.