El rey Carlos III (73) fue la figura principal en el funeral de Estado de la reina Isabel II (96). El monarca estuvo en todo momento detrás del ataúd de su madre, en cada uno de los recorridos y paradas que hizo como parte del protocolo de este día. Un afligido rey, al borde las lágrimas a lo largo del camino, y la Guardia Real escoltaron el féretro de Su Majestad desde salió de Westminster Hall hacia la Abadía de Westminster.
Carlos caminó detrás de la carroza fúnebre en compañía del príncipe William (40), Harry (38), la princesa Ana (72) , el príncipe Andrés (62) y el príncipe Eduardo (58), los principales miembros de la realeza que realizaron esta procesión. Durante todo el trayecto hasta la Abadía, el rey se había mantenido firme, pero cuando el féretro arribó a la iglesia el nuevo monarca de Inglaterra pareció desmoronarse y caer en llanto, sin embargo logró contenerse.
Medios periodísticos locales vieron un rey triste, con los ojos llenos de lágrimas antes de entrar a la misa en honor a Su Majestad en la que se dieron cita varias personalidades de la política mundial, como el presidente de Estados Unidos, Joe Biden; y varios miembros de la realeza internacional, entre ellos, la princesa Charlene, Alberto de Mónaco, la reina Letizia, el rey Felipe VI, Naruhito de Japón, además de todos los miembros de la realeza británica.
Ya en la misa oficiada por el Arzobispo de Canterbury y el Decano de Westminster, el nuevo soberano del reino Unido se sentó en la primera fila del lugar. De frente quedó el ataúd de Isabel II, al que miró fijamente durante varios minutos en diferentes ocasiones, y aunque ninguna lágrima cayó, sí fueron notables en sus ojos. A su lado se ubicó su esposa, la reina Camila (75), y detrás de ellos se sentaron el príncipe Harry y Meghan Markle (41).
Siempre respetuoso y siguiendo cada paso del protocolo en este funeral de Estado, el rey Carlos III mostró su lado más nostálgico en el último adiós a su madre, que será sepultada esta tarde en la Capilla de San Jorge ubicada en el Castillo de Windsor. Por la noche se realizará un funeral privado en el que el monarca esparcirá tierra sobre el féretro de Isabel II.
