A pesar de las controversias que han protagonizado en los últimos años y de no ser miembros activos de la realeza, Meghan Markle (41) y el Príncipe Harry (38) se sentaron en la segunda fila, directamente detrás del rey Carlos III (73) y la reina consorte Camilla (75).
En primera posición, junto a Carlos y Camilla, estaban la princesa Ana, su esposo, Timothy Laurence; el príncipe Andrés; el príncipe Eduardo y Sophie Wessex; el príncipe William y Kate Milddleton con George y Charlotte; Pedro Phillips; y Zara y Mike Tindall.
Junto a los duques de Sussex en la Abadía de Westminster estaban la princesa Beatriz y su esposo, Edoardo Mapelli Mozzi.
Meghan Markle entró a la abadía en procesión detrás del ataúd de la monarca junto a la princesa de Gales, Kate Middleton y sus dos hijos mayores, además del príncipe Eduardo con Sophie.
Los Sussex están en Reino Unido desde la muerte de la Reina el 8 de septiembre, pero sus hijos Archie, de tres años, y Lilibet, de 15 meses permanecieron en California con la madre de Meghan, Doria Ragland, hecho que ha sido severamente criticado por sus detractores.
Antes del servicio, Harry fue visto haciendo tregua con su hermano, el príncipe William, para caminar junto a él detrás del ataúd de la reina. El duque de Sussex vestía un traje de civil en lugar de un uniforme militar, debido a que ya no es miembro de la realeza.
Más de dos mil personalidades, incluidos primeros ministros, presidentes y la familia real rindieron honores a la reina Isabel II en el servicio funerario.
El ataúd de la fallecida soberana fue colocado cerca del altar con su corona, orbe y cetro en su parte superior rodeado de flores elegidas por el rey de los jardines que amaba.