Después de las cariñosas escenas que circularon de la Princesa Charlene con su esposo, Alberto de Mónaco, se pensó que los rumores de separación terminarían. Pero la revista alemana "Bunte" colocó nuevamente a la pareja en el tapete informativo al afirmar que la ex nadadora sudafricana tiene un refugio secreto en Francia.
Charlene tuvo complicaciones de salud que la alejaron del Principado casi por un año, pero reapareció con su esposo para el Gran Premio de Fórmula E de Montecarlo. Se rumoreó sobre un posible acuerdo económico entre Alberto y Charlene por 12 millones de euros anuales para evitar el divorcio.
"Me parece lamentable que ciertos medios vendan rumores sobre mi vida y mi relación. Alberto me ha apoyado enormemente, discutimos juntos estos artículos maliciosos y él hizo todo lo posible para protegerme a mí y a nuestros hijos", fue la enérgica respuesta de la princesa.
"Bunte" asegura que la princesa se refugia en los Alpes franceses en una casita sin demasiadas pretensiones, pero que tiene un acceso imposible, al que solo se puede llegar a pie o en un vehículo 4x4, dentro del Parque Nacional Mercantour.
Durante un tiempo se rumoreó que Charlene contaba con un refugio que le permitiera estar lejos de los paparazzi y de sus cuñadas, Carolina y Estefanía, con quienes no tiene buena relación. La publicación germana dice que ese lugar existe y que se llama palacio de Roc Agel, ubicado en el monte del mismo nombre en la frontera entre Mónaco y Francia.
Roc Agel fue el refugio del Príncipe Rainiero durante mucho tiempo, pero desafortunadamente también forma parte de su leyenda negra porque fue en el regreso desde Roc Agel que la princesa Grace Kelly sufrió el accidente de tráfico que acabó con su vida.
Según "Bunte", Charlene se escapa a menudo a la propiedad francesa de los Grimaldi que Alberto compró después de enamorarse del paisaje que la rodea. La casa está a dos horas de Mónaco y forma parte de un pueblo de solo 15 casas.
La vivienda de montaña ha sido reacondicionada porque originalmente era una edificación dedicada al ganado y fue comprada por el príncipe monegasco en 2007. Ahora es su mujer quien la disfruta.
Los habitantes del pueblo presumen de haber visto a Charlene jugando en la plaza y comprando suministros para su refugio. Algo que en Montecarlo no pasa jamás.