Seis horas en automóvil, siendo la principal autoridad viva del cortejo fúnebre encargado de trasladar el cuerpo de la reina Isabel II desde el castillo de Balmoral a Edimburgo. La princesa Ana (72) no pudo ocultar la profunda pena que carga, cada vez que fue vista asomando su cabeza desde el automóvil que escoltaba la carroza.
Fue su mismísima madre quien le había solicitado que si moría en Balmoral, fuera ella quien la acompañara hasta que sus restos sean depositados en Londres y queden para que sea el pueblo británico el que le dé la última despedida. Ana cumplió el deseo, y seguramente lo hubiera hecho aunque Su Majestad no se lo hubiera pedido.
Acompañada de su esposo, el vicealmirante sir Timothy Laurence, la princesa Ana soportó las seis horas de viaje a baja velocidad que hizo el coche fúnebre desde la casa de veraneo real hasta el Palacio de Holyroodhouse, donde el cuerpo de la reina se quedara antes de que sea trasladado en avión a Londres, específicamente al Palacio de Buckingham.
La hija de la reina le rindió un tributo que refleja completamente el respeto hacia su madre y los símbolos de la realeza, al hacer una reverencia cuando el ataúd de la monarca ingresó a Holyroodhouse. Segundos después, la condesa de Wessex se le acercó para darle un consuelo a la afligida princesa.
Ana y su hermano, el rey Carlos III, estuvieron a los pies de la cama de la reina cuando ella expiró, aunque la princesa estuvo muy cerca de Su Majestad los días previos a su deceso. Habría sido en ese período cuando Isabel II le pidió que la acompañara en el último viaje, aunque esta versión no ha podido ser confirmada por fuentes de la realeza.
El público que se apostó al ingreso del Palacio de Holyroodhouse aplaudió respetuosamente la llegada de la procesión, pero guardó silencio cuando el ataúd hizo ingreso al recinto. Antes que el cortejo llegara a su destino, se pudieron ver a lo largo del trayecto cómo los vecinos salieron al camino para despedir a la reina, sobre todo los de Ballater, un pueblo victoriano cercano al palacio de Balmoral cuyos pobladores consideraban a la dignataria como una integrante de su vecindad.
Se espera que la mañana de este lunes, cuando el ataúd sea llevado al aeropuerto para que sea trasladado vía aérea a Londres, miles de vecinos vuelvan a salir a las calles a darla el último adiós a Isabel II, que habría elegido morir en Balmoral y no ser llevada de urgencia a Londres. La princesa Ana será nuevamente quien estará junto a su madre en el vuelo a la capital de Inglaterra.