El Príncipe Harry y Meghan Markle dejaron a la familia real y se mudaron a Estados Unidos para llevar una vida independiente a comienzos de 2020. Una de las razones era gozar de una libertad mayor a la que imponen las reglas del protocolo de la Corona.
Uno de los hábitos de Meghan que más complicaban a la realeza era su efusividad para saludar a las personas. La estadounidense no se conformaba con el clásico movimiento de cabeza de los ingleses si no que abrazaba a las personas.
Algunos expertos en lenguaje corporal coinciden en que el gesto espontáneo y cordial de la duquesa de Sussex de alguna manera terminaba desafiando la tradición de la familia real.
La experta Judi James explicó que "un abrazo es la forma más íntima y emocional de ritual de saludo, con la cercanía del cuerpo y la oportunidad multisensorial de ver, escuchar , sentir y oler a alguien al mismo tiempo, convirtiéndolo en una forma de crear una huella memorable en otras personas".
La experta agregó que "para Meghan, usar esto como su forma de saludo característica sugiere un deseo de romper las barreras reales tradicionales de comportamiento formal y discreto y ser vista como más espontáneamente afectuosa, cálida y cariñosa".
Los abrazos de Meghan incomodaban regularmente a los integrantes de la realeza. Y eran mal vistos cuando lo hacía con el resto de las personas.