El príncipe William y la princesa Kate guiaron con la clase que les carateriza a sus tres hijos duranta la caminata a la iglesia de Sandringham, una de las tradiciones navideñas más seguidas por la comunidad británica, que esta temporada tiene una ausencia muy dolorosa: la de la reina Isabel II.
Los príncipes George, Charlotte y Louis, tan impecables como los príncipes de Gales, siguieron disciplinadamente a sus padres para concurrir al servicio religioso en la finca de Norfolk, adonde también concurrió el rey Carlos III.
La ceremonia tradicional tuvo una asistencia verdaderamente distinguida, donde el espíritu de la fallecida reina Isabel II estuvo presente en todos. La caminata se hizo con total respeto y silencio, algo muy parecido a lo que sucedió durante el funeral de la dignataria en septiembre pasado.
Esta es la primera vez desde 2019 que la familia real para las fiestas navideñas en la residencia privada de Norfolk, ya que en los dos años anteriores la desaparecida dignataria Isabel II había estado en el castillo de Windsor para esta fechas, debido a la pandemia de Covid-19.
La caminata y el servicio religiosos fueron seguidos por centenares de seguidores que pese al frío se apostaron alrededor del camino y cerca de la iglesia, a la que solo ingresaron los miembros de la realeza invitados.
La mayor cantidad de los seguidores, algunos de los cuales hasta acamparon durante la noche previa, se apersonaron al ingreso de la finca de Norfolk donde pudieron entregar sus condolencias y buenos deseos.
Al servicio llegaron, entre otros, el conde y la condesa de Wessex con sus hijos, como también la princesa Beatriz con su esposo Edoardo Mapelli Mozzi y su hijastro Christopher Woolf.
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