A comienzo de año fue la propia reina Isabel II quien se encargó de castigar al príncipe Andrés (62) tras verse vinculado al abusador y traficante sexual Jeffrey Epstein. La ex monarca removió a su hijo de sus títulos militares y del patrocinio real, por lo que tuvo que alejarse de la vida pública.
Sin embargo, desde que fue relegado, el duque de York ha sostenido que aún puede aportar a la familia real. Fallecida la monarca, le solicitó una audiencia a su hermano, el rey Carlos III (73), para tener una reunión y conversar la posibilidad de recuperar sus derechos. Sin embargo, los planes no resultaron como esperaba.
Según información difundida por el periódico británico Daily Mail, días antes de la muerte de Isabel II, Andrés visitó la finca del actual monarca en Escocia, con la intención de que le diera la venia para poder retomar sus labores cuando él asumiera la corona.
Una fuente cercana a la familia describió la reunión como "emocional y tensa", considerando que el entonces príncipe de Gales le dijo a su hermano que nunca volvería a sus deberes reales, lo que hizo que Andrés rompiera en llanto.
"Andrés estaba totalmente sorprendido, estaba completamente desprovisto. Siempre creyó que había un camino de regreso", comentó una fuente. Esta decisión del rey Carlos III ha hecho que los cercanos al duque de York se preocupen por el bienestar de Andrés.
Si bien los cercanos a la familia aseguran que el tercer hijo de la reina Isabel II era su consentido, ni siquiera ella estaba dispuesta a perdonarlo. "Andrés era extremadamente cercano a la reina y trató de plantearle el tema de su regreso a la vida pública muchas veces. En algunas ocasiones decía cosas levemente conciliatorias, pero la mayoría de las veces cambiaba de tema inmediatamente para evitar hablar de ello", agregó un fuente cercana a la realeza.