La foto es de una simplicidad en su composición que pasaría como una más de las tantas que se han tomado el rey Carlos III con la reina consorte Camila y con el príncipe William y su esposa Kate Middleton. Si no fuera porque un quinto personaje asoma como un impensado pero distinguido invitado a la sesión fotográfica en el palacio de Buckingham.
Pero a los dos príncipes de Gales presentes, Carlos, que ostentó ese cargo antes de la muerte de Isabel II, y William, quien hoy lo es luego de ser ascendido de duque de Cambridge, se sumó a la imagen un tercero: Jorge IV. El ex príncipe de Gales aparece detrás de los cuatro fotografiados, en un cuadro de época, que no se sabe si fue puesto ahí a propósito o para componer la imagen de quienes posaban.
La imagen data del 18 de septiembre y fue tomada antes que los cuatro anfitriones recibieran a los jefes de Estado invitados en la víspera del funeral de la reina Isabel II. Los cuatro miembros de la realeza visten de riguroso negro, sin embargo esbozan una leve sonrisa, como no se las vio en otras fotografías posadas durante esos días.
La aparición del tercer príncipe de Gales es una extraordinaria coincidencia. Carlos III adoptó su anterior título en 1958, mientras que William lo hizo pocos días después que falleciera su abuela, la reina Isabel II.
La disipada vida de aquel príncipe de Gales
Jorge IV, el príncipe de Gales de la fotografía, nació en 1762 en el palacio St James, y fue el hijo mayor de sus otros 14 hermanos de la unión de sus padres, el rey Jorge III y la duquesa alemana Carlota de Mecklemburgo-Strelitz.
Una semana exacta después de su nacimiento, su padre le otorgó el título de príncipe de Gales y conde de Chester, que se agregaron a los que ya tenía de su nacimiento: sique de Cornualles y duque de Rothesay.
Este príncipe de Gales dominó tempranamente cuatro idiomas: inglés, francés, alemán e italiano. Desde joven se rebeló contra sus padres, especialmente con el rey Jorge III que era muy estricto. Se acercó a los opositores al gobierno de su padre, y se caracterizó por gustarle mucho el juego, las mujeres, el alcohol y la entretención. Tuvo un romance con una actriz que debió terminar comprometiéndose a pagar una pensión de por vida a la mujer.
Su estilo de vida desordenado terminó por arruinar su relación con su padre, quien practicó un modo austero y conservador. Jorge IV llegó a tener tal nivel de deuda que el parlamento inglés debió concederle un monto de dinero extraordinario del presupuesto anual, para que el príncipe de Gales pagara lo debido.
Ante la enfermedad mental que afectó a su padre, en 1811 debió reemplazarlo como príncipe-regente, no sin contar con una fuerte oposición en el Parlamento. Sin embargo, debió asumir una difícil contingencia como fue el proceso de la Emancipación Católica. Muerto finalmente su padre, asumió como rey del Reino Unido en 1820. A esa altura, se había transformado en un obeso y adicto al láudano. Separado de su esposa Carolina, quien por ese entonces vivía en Alemania, Jorge IV la excluyó de su coronación en la abadía de Westminster en 1821. Carolina moriría misteriosamente tres semanas después.
Su coronación fue apoteósica, en términos de gasto e invitados. Pero su salud ya no lo acompañaba: sufría de gota, arteriosclerosis, hidropesía y porfiria, al igual que su padre. Se le considera, igualmente, un patrono de las artes; durante su regencia y su reinado lograron destacar gracias a su apoyo lord Byron y Jane Austen. Jorge IV fue responsable de la construcción del Royal Pavilion en Brighton. En lo político, no tuvo mayor relevancia, ya que por acuerdo del parlamento, el gobierno lo dirigió la mayor arte de su período el primer ministro, lord Liverpool.
Sus últimos días estuvieron marcados por un declive físico y mental, que le impidieron asumir los asuntos públicos de la realeza. Por su sobrepeso, llegó a superar los 130 kilos, cada vez quiso aparecer menos en público. Siete años después de coronarse, estaba prácticamente ciego y su brazo y mano derecha no podía ocuparla. Murió el 26 de junio de 1830, a los 67 años.